Los Contendientes
La República controla Cataluña, País Vasco, Cantabria, Asturias, gran parte de Andalucía, Extremadura, la Mancha, Levante y Murcia, además de Madrid.
En cuanto a recursos humanos y económicos, la España republicana es más rica debido a la industrialización y gran cantidad de población. En relación a los recursos militares, de 200.000 soldados 80.000 estaban con la república, quien controla la flota y la aviación, pero no los mandos ni los pilotos.
En septiembre de 1936, Largo Caballero, dirigente socialista, fue nombrado presidente de un gobierno en el que integró a todas las fuerzas antifascistas: republicanos, socialistas, comunistas, nacionalistas y militantes de CNT. Pero existían tensiones, la CNT y los sectores más radicales de la UGT querían la revolución. Por el contrario, los republicanos, los socialistas más moderados, liderados por Prieto, y los comunistas tenían como prioridad la victoria sobre el fascismo a la revolución.
La España Nacional comprende las islas, excepto Menorca, el norte de África y sobretodo Galicia, Castilla-León, la Rioja y Álava, Navarra y Aragón, y el estrecho.
En cuanto a los recursos militares, de 200.000 soldados 120.000 estaban con los nacionales, donde estaban también los mandos y los pilotos. El ejército mejor preparado, armado y decidido es el del norte de España, controlado por los nacionales e integrado en la Legión y los regulares.
La base social de los nacionales era muy diversa: grandes propietarios agrarios, la mayor parte de los empresarios; clases medias; pequeños propietarios agrícolas; la iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad.
En el terreno político tuvieron el apoyo de grupos de tendencia muy diversa: monárquicos, la Renovación Española, lo que quedaba de la CEDA, los falangistas y los requetés.
Contará también con el apoyo de la Iglesia. El 1 de julio de 1937 el episcopado español publicó una carta pastoral a favor de la España de Franco, justificando la guerra como una reacción contra la tendencia anticristiana del Frente Popular. En octubre de 1937, el Vaticano reconocía el gobierno de Franco.
El Alzamiento
El triunfo del Frente Popular en enero de 1936 aceleró los planes para que una conspiración militar tomara más fuerza. A principios de marzo se reúnen en Madrid importantes militares derechistas para trazar los planes de un futuro alzamiento militar que estaría condicionado a que la izquierda iniciara los movimientos hacia una república socialista o comunista.
El gobierno reacciona con timidez y envía lejos de Madrid a altos mandos militares que considera más peligrosos: Franco es enviado a Canarias; Goded a las Islas Baleares; Varela y Queipo de Llano también son alejados de Madrid y Mola es enviado a Pamplona, pensando que sería incapaz de entenderse con los carlistas. Fue el error más grave.
El golpe se prevé para el verano del 36 o el otoño. Sin embargo, dos acontecimientos puntuales agilizarán el proceso: a primeros de abril es asesinado el teniente José Castillo, de los guardias de asalto; y a los pocos días Calvo Sotelo es detenido y asesinado por compañeros de Castillo. Este asesinato acelera el alzamiento planificado por Mola para el 18 de julio de 1936. Un día antes, el 17 de julio estalla el alzamiento en Marruecos, concretamente en la ciudad de Melilla. Pocas horas después, el teniente coronel Yagüe decretó el estado de guerra en Ceuta, y al día siguiente, todo Marruecos estaba en poder de los sublevados.
Los generales que habían preparado la conspiración contra la República pensaban que la situación se resolvería con una actuación rápida y violenta para evitar la reacción popular. El proyecto, diseñado por el general Sanjurjo, consistía en levantamientos militares en varias ciudades y avance de varias columnas hacia Madrid para cercar al gobierno:
· El general Franco, después de asegurarse el éxito en Canarias, llegó a Tetuán el 19 de julio para ponerse al frente del ejército de África.
· El 18 de julio se pronuncia Queipo de Llano en Sevilla, y con refuerzos de Marruecos controló Andalucía occidental.
· El general Mola decreta la guerra en Pamplona y con la ayuda de los requetés, controló Navarra.
· Sanjurjo muere en accidente de aviación al dirigirse a España desde Lisboa.
Tras el golpe militar, se perfilan dos Españas enfrentadas:
- la España republicana cuenta con las grandes ciudades -excepto Sevilla y Zaragoza-, la mayor parte de la población, las principales industrias y una importante zona agraria (Valencia y Murcia). Controla casi toda la flota y las tres cuartas partes de la aviación;
- la España sublevada, que se llamó a sí misma, la España nacional, disponía de la mayor parte de producción agrícola y ganadera, lo que planteó graves problemas de abastecimiento en la zona republicana. Cuentan con la mayor parte de los regimientos y oficiales del ejército.
El Avance hacia Madrid
Las primeras operaciones militares son conocidas por los estudiosos como la guerra de columnas, por las que tanto los nacionales como los republicanos tratan de consolidar inicialmente sus propias zonas y ampliarlas mediante la acción de determinadas columnas militares.
La primera operación militar de envergadura fue el paso del estrecho por parte del ejército del norte de África. El apoyo de Italia y Alemania (desembarcaron en Andalucía unos catorce mil hombres y abundante material de guerra) a Franco en esta operación militar fue decisivo para su éxito. La república fracasó porque, aunque controlaba la flota, no fue capaz de impedir el paso del ejército, lo que le hubiera dado una ventaja importante.
Este ejército avanza rápidamente tomando Extremadura y Toledo, llegando a las puertas de Madrid en octubre de 1936, pero allí tropezó con una resistencia muy bien organizada de columnas de milicianos y no pudo tomar la ciudad.
En febrero de 1937 atacó por el sur en la batalla del Jarama para cortar las comunicaciones de Madrid con el este, pero no pudo aislar la capital. La llegada de las Brigadas Internacionales aportar gente decidida a la defensa de Madrid.
El ataque franquista es detenido por las defensas republicanas, con lo que Franco cambia de plan estratégico e intenta una táctica de flanqueo (no atacar directamente, sino por los flancos) para aislar a la capital del resto de la zona republicana, lo hace en las campañas de Guadalajara y el Jarama, que terminarán fracasando (a pesar de la ayuda del cuerpo republicano que Mussolini había enviado en ayuda de los nacionales) debido a la reorganización del ejército republicano, que puso de manifiesto la dificultad de tomar Madrid, por lo que Franco abandonó momentáneamente este proyecto y se dirigió hacia el Norte.
La Campaña del Norte
Las tropas nacionales prosiguieron a continuación su avance hacia Santander (que fue conquistada casi sin lucha pues los restos del ejército vasco y las unidades militares del PNV -gudaris- se rinden a los italianos sin presentar resistencia) y Asturias. El avance fue lento, debido a la resistencia encontrada (por parte de las organizaciones obreras que tenían mucha fuerza), a lo abrupto del terreno y a las maniobras del ejército republicano sobre Zaragoza para distraer a las tropas del norte. El 21 de octubre las tropas nacionales entraban en Gijón, y todo el Norte quedaba incorporado a la España sublevada, aunque algunos grupos guerrilleros mantendrán la resistencia en las montañas.
Con el norte dominado, los nacionales adquieren la sólida base industrial vasca -industrias de armas- y los recursos de carbón asturiano y poseían casi todo el acero de España. La victoria también permitió que la flota nacional se concentrara en el Mediterráneo. Finalmente, 65.000 hombres del ejército norte quedaron disponibles, junto con sus armamentos, para incorporarse al frente del sur.
La Campaña del Este
La campaña del Este se convirtió en el centro neurálgico de la guerra civil.
Para contrarrestar los éxitos nacionales en el norte, la República lanza en julio de 1937 una operación en Brunete (al oeste de Madrid) tratando de envolver las tropas enemigas que presionaban sobre la capital.
Su incorrecta planificación y la incapacidad del ejército de la república para la ofensiva hicieron que fuera un desastre para la República.
Al general Franco se le planteó otra vez la alternativa de ocupar Madrid o lanzarse hacia el Mediterráneo desde el frente del Ebro. Eligió la segunda opción. En enero de 1938, los republicanos tomaban Teruel, que sería reconquistada días después por los nacionales (en una de las batallas más duras de la guerra, debido a las condiciones meteorológicas, -20 ºC, nieve...). La superioridad, tanto en hombres como en armas y aviones permite a Franco, después de recuperar Teruel, llegar hasta Lérida (abril 1938). Franco dirigió las tropas hacia el Mediterráneo, llegando en pocos días a Castellón y Vinaroz, dividiendo la zona republicana y aislando a Cataluña.
En un desesperado intento para enlazar de nuevo las dos zonas republicanas y detener el avance de los nacionales hacia Cataluña, los republicanos iniciaron la más importante de sus ofensivas. El 25 de julio de 1938 consiguieron atravesar el río Ebro y tomar un extenso territorio hacia el Sur. Pero la ofensiva no pudo seguir adelante. El contraataque nacional (con mejor material y superioridad en artillería, aviación y carros) obligó a los republicanos a volver a cruzar el río. Durante meses se disputó palmo a palmo el terreno, lo que convirtió a la batalla del Ebro en la más dura y sangrienta de toda la guerra, provocando más de cincuenta mil bajas por bando y la derrota significó el desgaste definitivo del ejército republicano.
En el mes de diciembre, los nacionales iniciaron una gran ofensiva sobre Cataluña. Las ciudades eran bombardeadas día y noche. El 26 de enero de 1939, las tropas franquistas entraron en Barcelona. Los restos del ejército republicano, acompañados de largas columnas de refugiados (entre los que se encontraban políticos, intelectuales, sindicalistas...), se retiraron hacia la frontera francesa. Unas trescientas cincuenta mil personas fueron al exilio.
El Final de la Guerra
Tras la caída de Cataluña, el gobierno se trasladó a la zona centro. Las diferencias entre los republicanos precipitaron el final de la guerra. En marzo de 1939 el coronel Casado dio un golpe de estado en Madrid y los republicanos se rindieron. El 28 de marzo, el ejército nacional entraba en Madrid, y en tres días ocupó el resto del país.
Francia y Gran Bretaña reconocen al general Franco y a su gobierno. El 1 de abril de 1939 después de que los nacionales entraran en Madrid sin resistencia, Franco firmó el comunicado que daba la guerra por terminada. La guerra que había comenzado el 18 de julio de 1936 había terminado.
La Participación Internacional
La guerra civil española, desde el comienzo, se convierte en un conflicto que atrae la atención internacional.
El aspecto ideológico que está debajo de la guerra es uno de los factores que origina este interés. En España se enfrentan la democracia representada por la república y apoyada por la URSS, con los ideales fascistas representado por militares sublevados y apoyados por Alemania e Italia (fascismo contra democracia). En este aspecto, la guerra anticipa lo que será la II Guerra Mundial por lo que se considera un preludio de esa Gran Guerra.
A finales de 1936, en la Sociedad de Naciones de Londres se constituyó un Comité Internacional de No Intervención en la guerra civil española pues Gran Bretaña temía que una intervención internacional desencadenara la II Guerra Mundial. En este comité participan Inglaterra y Francia (como democracias), Alemania e Italia (como dictaduras fascistas), la URSS (como dictadura comunista) y EEUU. Se establece un compromiso de no intervención, que sólo respetarán las democracias, mientras que Alemania e Italia ya desde el principio apoyan la causa de Franco, y la URSS la de la república. El gobierno norteamericano decretó el embargo a España de materias primas y material militar. Sin embargo hizo la vista gorda respecto al suministro de petróleo que la compañía TEXACO y la Standard Oil, camiones, hizo a los nacionales mientras se lo negaban al bando republicano. Las ¾ partes de las necesidades de combustible de los nacionales fueron vendidos por Texaco.
El régimen nazi de Hitler en Alemania y el fascista de Mussolini en Italia ayudaron militarmente a los sublevados. Italia colaboró con aviones y cuarenta mil soldados. Alemania aportó tanques, artillería y aviación (la Legión Cóndor, integrada por 5000 soldados profesionales más el material correspondiente; son instructores, aviadores o conductores de carros. El estado mayor alemán además tenía encomendado a esta unidad experimentar y analizar el uso y efectos de las nuevas armas) y unos dieciséis mil hombres. El régimen portugués de Salazar colaboró con la aportación de veinte mil voluntarios y facilitando el paso por su territorio, lo que supuso una ayuda importante. Hay que sumar también la contribución de los cien mil regulares marroquíes. La ayuda internacional fue decisiva para la victoria de los nacionales.
La República tuvo grandes dificultades para adquirir suministros y material de guerra debido a la política de no intervención de las democracias occidentales y al cierre de fronteras. Contó con la ayuda de la Unión Soviética, que proporcionó asesores militares y material de guerra a cambio de el oro del Banco de España ("el oro de Moscú") valorado en 900 millones de dólares. Los asesores militares soviéticos llegan en calidad de instructores, ya que había que enseñar el manejo del nuevo material.
Contó también con la participación de unos 35.000 voluntarios de sindicatos y partidos de izquierda extranjeros que acudieron a luchar contra el fascismo: las Brigadas Internacionales (unidades de voluntarios que, alistados por la internacional comunista, van a intervenir en la guerra apoyando la causa de la República). Su colaboración será decisiva en la batalla por Madrid. Eran personas que sentían la democracia y la causa republicana y odiaban el fascismo. Sin embargo las Brigadas Internacionales, fieles al compromiso de no intervención, terminaron renunciando a intervenir. Numéricamente, combatiendo no fueron más de 15.000, aunque por la unidad pasaron más de 50.000 voluntarios. En septiembre de 1938, en pleno apogeo de los combates del Ebro, el gobierno republicano -por la presión de Francia e Inglaterra- decidió retirar del frente a los voluntarios internacionales. No les fue fácil volver a sus países: el reaccionario gobierno francés prohibió a muchos el cruce de la frontera.
La guerra se vivió con gran interés en todo el mundo. Parecía un enfrentamiento ente democracia y fascismo, entre el ejército y el pueblo. Ello originó un amplio movimiento de solidaridad hacia la causa republicana entre intelectuales progresistas de todo el mundo. La destrucción de Guernica o el asesinato de García Lorca impresionaron a la opinión mundial, especialmente cuando se expone el Guernica de Picasso en la Exposición Internacional de París de 1937.
El apoyo internacional fue interesado. Se pagó con materia primas y préstamos a largo plazo por un valor de unos 850 millones de dólares.
Rafael Alberti -de la Generación del 27- homenajeó a los voluntarios de las Brigadas Internacionales con el siguiente poema:
Venís desde muy lejos mas esta lejanía
¿qué es para vuestra sangre que canta sin fronteras?
La necesaria muerte os nombra cada día
no importa en qué ciudades, campos o carreteras.
¿qué es para vuestra sangre que canta sin fronteras?
La necesaria muerte os nombra cada día
no importa en qué ciudades, campos o carreteras.
De este país, del otro, del grande, del pequeño
del que apenas el mapa da un color desvaído
con las mismas raíces que tiene un mismo sueño
sencillamente anónimos y hablando habéis venido.
del que apenas el mapa da un color desvaído
con las mismas raíces que tiene un mismo sueño
sencillamente anónimos y hablando habéis venido.
No conocéis siquiera ni el color de los muros
que vuestro infranqueable compromiso amuralla
La tierra que os entierra la defendéis, seguros
a tiros con la muerte vestida de batalla.
Quedad que así lo quieren los árboles, los llanos
las mínimas partidas de luz que reanima
un solo sentimiento que el mar sacude: ¡Hermanos!
Madrid con vuestro nombre se agranda y se ilumina.
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