Desde el triunfo de la República, España había vivido un deterioro de la convivencia social entre españoles. Los enfrentamientos entre sectores ideológicos, clases sociales y partidos, se radicalizan con el tiempo. La moderación deja paso al extremismo y radicalización. El parlamento también es reflejo de esa radicalidad y los enfrentamientos entre políticos, no solo dialécticos, no son un buen ejemplo para apaciguar ánimos.
Esta radicalidad se manifiesta tanto en la derecha como en la izquierda. Dentro del PSOE el sector mas influyente es el de Largo Caballero que es conocido con el apelativo de “El Lenin Español” y aboga sin tapujos por una República Socialista; con él estarán la UGT y las juventudes socialistas y comunistas. Los líderes socialistas moderados como Prieto están al margen.
En la derecha ocurre lo mismo, en la CEDA triunfan las opciones proclives al fascismo, los sectores de extrema derecha contrarios a la Constitución de 1931 y la República. El papel de Gil Robles como político moderado se diluye y el protagonismo pasa a José Calvo Sotelo, diputado monárquico que abiertamente propone la destrucción del sistema republicano. Falange Española y de las Jons comienza a crecer y experimentar un aumento de afiliados; las juventudes de la CEDA se afilian y engrosan el partido, así como sus unidades paramilitares.
Los Carlistas o Requetés también organizan sus propias milicias y contribuyen abiertamente al aumento del desorden. La República se ve desbordada, y el orden público es un problema difícil de resolver y esto favorece los intereses golpistas de la extrema derecha.
Por otra parte, los sectores de izquierda aumentan la sensación de inseguridad con ocupaciones de fincas, huelgas salvajes, quema de Iglesias, enfrentamientos en la calle, etc...
En resumen, las circunstancias históricas en las que se desarrolló la guerra, respondían a problemas no resueltos en la sociedad española:
- una economía atrasada, incapaz de satisfacer las necesidades del pueblo;
- una oligarquía terrateniente sólo preocupada por sus beneficios e incapaz de los cambios más elementales;
- una estructura social con abismales diferencias entre pobres y ricos, con una pequeña oligarquía poderosa, unas clases bajas en continuo crecimiento, una clase media insuficiente para servir de elemento equilibrador;
- y una polarización de la sociedad en dos bandos, la derecha y la izquierda entre las que existía una fuerte tensión.
Como se puede ver, no podemos hablar de causas concretas, sino que son un cúmulo de hechos y circunstancias históricas que constituyeron la mecha que prendió el inicio de la contienda.
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